Testimonio Mélodie 8 de junio de 2013
Continuación del testimonio de Mélodie del 8 de junio de 2013
ENFERMEDADES DEL MEDIO AMBIENTE: CUANDO LA MEDECINA CONTESTA “AUSENTE”
Octubre de 2010, testimonio para electro sensibilidad.
Mi “electrosensibilidad” apareció a finales de 2004 después de un viaje en barco (durante el día en el puente, tenía cerca las antenas de telefonía, radar y GSM probablemente, por la noche no muy lejos de las máquinas). Sólo era la gota que colmó el vaso, este viaje en barco fue realizado para evitar los gases de efecto invernadero con el avión. Para empezar, había recibido un bonito regalo, un teléfono inalámbrico puesto en la mesilla de noche, el transformador eléctrico debajo de la cama, las antenas de telefonía de Beauregard y el final de la línea eléctrica para sólo citar las fuentes de emisiones electromagnéticas más importantes. No aguantaba más bordear un río (por la fricción de las moléculas de agua, los átomos son arrancados y se crea un campo eléctrico), mis piernas estaban como algodón y tenía la sensación de que me iba a caer. Cuando estaba expuesta a campos electromagnéticos, numerosos síntomas se manifestaban: inflamación de la tiroides y fuertes dolores (sufro de la enfermedad auto inmune de Hashimoto); problemas de equilibrio, sensación de caer, coordinación cerebro-piernas deteriorada, sensaciones de electrocución del cerebro seguidas de asfixia, problemas del metabolismo, problemas cardíacos, problemas de digestión, problemas de la vista, dolores articulares, dolores lancinantes en los músculos, calambres, problemas de sueño, gran cansancio, intolerancia al estrés, al calor, al ruido, a la luz, dificultades para memorizar, para concentrarme, problemas de elaboración del pensamiento y del uso de la palabra, patologías de la piel, dolores muy importantes en la mandíbula y los dientes, pensamientos negros... Para sólo citar los menos íntimos. Y ya que eso no era suficiente, expuesta a los campos electromagnéticos o no, entraba en el club de la gracia: rasgos más espesos, caídas de pelo, figura de un hipopótamo rosa...
En 2005, confiaba mi salud a la medicina. Ante mi impotencia, decidí en 2006 tomar las riendas de mi salud. Mis primeras búsquedas me llevaron a un foro, “el apartamento” especializado en el régimen sin gluten y sin lácteos. Muy rápidamente, este régimen me fue beneficioso. Un artículo en la revista distribuida gratuitamente en las tiendas ecológicas, “Biocontact”, me puso en 2006 en la pista de la intoxicación por mercurio dental tan denunciado por el extrañado Doctor Mellet. Hay que decir que tenía numerosos empastes, algunos puestos debajo de fundas de oro. Oro y mercurio intercambian con mucho gusto sus electrones, el galvanismo bucal que fluía de todo eso amplificaba mis patologías. Eso, sólo lo entendí más tarde, cuando fue quitada la última funda. En diciembre de 2006, entendí que sufría de electrosensibilidad al ir a casa de uno de mis hijos en la torre de Beauregard, en la planta 16. En el techo de este edificio se encuentran 6 antenas con las que la Oficina Público de las Viviendas ingresa dinero, en detrimento de la salud de los habitantes. Organizaba entonces el saneamiento de mi entorno. Tuve, como muchas personas afectadas por la electrosensibilidad, confinarme en mi casa que equipé para protegerme de las emisiones hiperlan (internet alta velocidad 5.4 Ghz), y emisoras baja frecuencia (jaula de Faraday y blindaje de las fases de la red eléctrica entre otros) o si elegía alejarme de esa protección, tenía que llevar ropa blindada. A pesar de esas precauciones, toda salida me causaba consecuencias dolorosas y a veces difícilmente soportables. Si optaba por un mínimo de actividad social, debía imponerme un detector de campos, para detectar la existencia y la potencia de las emisiones de los móviles de las personas presentes. En esas condiciones, podía esperar que esas personas los apaguen. Hay que saber que el Doctor Maschi, que aguantó los peores desprecios de sus semejantes, denunciaba ya en 1965 la violación de la salud que constituyen las emisiones electromagnéticas artificiales. En paralelo, me hacía poner empastes dentales y fundas metálicas, y beneficiaba a lo largo de dos años de una desintoxicación para los metales pesados. En el foro del “apartamento”, me encontraba con otros enfermos de los metales pesados y de los campos electromagnéticos, y organizamos un foro especializado en la desintoxicación de esos metales: el foro MELODIE (Metales Pesados Desintoxicación Información Solidaridad). Una intensa actividad colectiva permitió abrir algunas vías terapéuticas. Aparecía nítidamente que nuestros sistemas inmunitarios eran muy débiles. Éramos muchos los que sufríamos de la enfermedad de Lyme por ejemplo.
El descubrimiento más importante después de las investigaciones y experimentaciones de la gente de los foros fue los trabajos de la investigadora americana Hulda Clark. Con ayuda de un circuito oscilador audio, esta última expone en sus obras haber puesto en evidencia que el origen de nuestras enfermedades son exclusivamente las contaminaciones y los parásitos (virus, bacterias, hongos, amebas, gusano...) Para restaurar la salud, ha puesto en marcha un protocolo que consiste en desparasitar el organismo (algunos parásitos bloquean la secreción de los órganos) y en limpiar los órganos depuradores: riñones, intestinos, hígado. Efectivamente, la cuarta cura del hígado aligeró mi hígado de un cuarto de litro de cálculos biliares y me deshizo de mi electro sensibilidad. Esas curas son totalmente sin dolor y permiten eliminar cálculos más gordos que nueces. Sin embargo conservaba mi hipoglucemia funcional, mis problemas articulares e importantes carencias en magnesio.
Persistía en mis búsquedas que pusieron en evidencia una candidiasis crónica, descrita por el Doctor P-G BESSON en su libro “Me siento mal pero no sé porqué” y en la literatura abundante y muy rica de Taty Lauwers (ver el sitio "les topos de taty"). La expulsión de los glúcidos en mi régimen alimenticio completó mi vuelta al bienestar, tanto que en 2010 hice una excursión en bici entre París y Berlín para celebrar la vuelta de mi salud y de mi energía. Un vínculo está establecido, en particular por la medicina china, entre la tiroides de Hashimoto y la candidiasis crónica. Esta medicina imputa las enfermedades auto inmunes con la candidiasis crónica, el Candida albicans perforando las paredes intestinales para sacar su comida en la linfa y en la sangre. Espero que, a largo plazo, cuando el Candida albicans vuelva a encontrar su plaza de levadura saprofita comensal, podré constatar el fin de mi toroide de Hashimoto, famosa por ser incurable. Mi toroide, gracias a un régimen sin gluten y sin lácteos (ver los trabajos del Doctor SEIGNALET, “La alimentación o la tercera medicina”) no ha variado mucho y mis anticuerpos no paran de disminuir. A menudo, esta glándula acaba por desaparecer al cabo de unos años. Después de una reflexión en cuanto a mi recorrido doloroso y con una salida algo “milagrosa”, aquí está mi interpretación de los hechos. Sólo se trata de una hipótesis ampliamente inspirada por los trabajos del profesor Hulda Clark. El Candida albicans es “electro sensible”, los campos electromagnéticos constituyen un estrés para él. Cuando me quedo delante de mi pantalla de ordenador, siento rápidamente picores en la espalda, uno de los síntomas de la candidiasis crónica. Es un enmohecimiento, y por eso produce sustancias muy tóxicas por el organismo humano, se nutre casi exclusivamente de azúcar. Antes de mi cuarta cura del hígado, este último ya no era capaz de desintoxicar sus sustancias. H Clark emite la hipótesis de que los cálculos comprimen los compartimentos del hígado que desintoxican el organismo. Cuando los compartimentos especializados en la desintoxicación de las toxinas de la Cándida han sido liberados por la cuarta cura, mi hígado fue de nuevo capaz de hacer su trabajo de limpieza. En cuanto a eso, H Clark señala que la “alergia universal”, o sea la químico sensibilidad, encuentra su curación en la limpieza del hígado de sus numerosos cálculos biliares. Hay que saber que el 75 por ciento de los químicos sensibles también son electro sensible... Para curar una candidiasis crónica, hay que volver a traer el PH del organismo al equilibrio (los hongos se desarrollan en un entorno ácido) y hacer morir de hambre el Candida albicans, siguiendo un régimen sin glúcidos. Eso puede hacerse en un año y después, un régimen estricto debe establecerse. El Cándida se desarrolla en favor de, entre otros antibioterapia, cortico terapia, quimioterapia, vacunas, comida basura, exceso de comida..., de la contaminación del organismo por los metales pesados y los campos electromagnéticos. Por cierto, los tablones clínicos de intoxicación por mercurio, de la contaminación por los campos electromagnéticos, de la enfermedad de Lyme y de la candidiasis crónica son similares. Por desgracia, los médicos no tienen formación en enfermedades del entorno. En cuanto bloquean con una patología, lo atribuyen al “psicólogo”. Es tan fácil. Mañana, dirán que es “genético” y los enfermos no tendrán más remedios. ¿Cuándo dejarán de hacer desaparecer los síntomas y se interesarán por las causas de nuestras patologías: contaminación y parasitosis, mala higiene alimenticia, órganos depuradores indigente...? Sin internet y sin el foro MELODIE, y si no me había cambiado de casa por una menos expuesta a los campos electromagnéticos, hubiera sido imposible curarme.
El autor que más me ayudó a recuperar mi salud y mi forma (¡a través de la nutrición!):
Taty Lauwers (ver el sitio "les topos de taty")
- www.next-up.org/Newsoftheworld/DatabaseCemEmfPathologies.php#1
- www.next-up.org/pdf/DrSherrillSellmanWiFiGsmUnScandaleSanitaireEnVue.pdf